lunes 04 de diciembre de 2023 - Edición Nº1825

Nacional | 13 nov 2023

Política

Otra liga, otro deporte

Un debate dominado desde todo punto de vista por un sólo candidato: Sergio Massa. El ministro puso en evidencia la falta de experiencia del candidato libertario quien -incluso- salió derrotado en el bloque temático de Economía.


Extraviada la opción de convencimiento propositivo, el rumbo de la campaña (y del país) surca a la deriva en la espera de alguna asustadiza corriente que fije el destino -y no arroje a este pueblo memorable a profundidades inexploradas-. Esa sensación, más que reflexión, sobrevuela constantemente las desgastadas psiquis nacionales.

 

Sin embargo, la capacidad innata de desdramatizar cualquier situación que conlleva ser argentino, ayer tuvo un nuevo episodio; y no, no hablamos del fenómeno Swiftie del que lamentablemente carezco de todo conocimiento para analizar, sino del debate presidencial de la segunda vuelta electoral, entre los candidatos de Unión por la Patria y de La Libertad Avanza.

 

Esto, claro, posibilitado por la particular candidatura del personaje libertario; quien de manera incansable demostró su total falta de adecuación a la situación; una liviandad propia más del amateurismo de alguien que transita sus primeros pasos en un centro de estudiantes secundarios que de un dirigente político social de la más alta escala decidido a ejercer la primera magistratura nacional.

 

Un desarrollo por momentos insólito, donde uno de los participantes hizo y deshizo a placer, aun siendo ni más ni menos que el ministro de economía que ostenta un 140% de inflación interanual. Sergio Massa puso en evidencia su formación política, su templanza y su “viveza” a la hora de esbozar cada una de las palabras que pronunció, atacó cuando la lógica decía que tenía que defenderse y amainó cuando los esquemas discursivos eran más favorables (algo que indudablemente estuvo pergeñado).

 

En materia simbólica, el candidato oficialista “obligó” a su rival a prácticamente confesar que no logró pasar un psicotécnico, que es admirador de Thatcher y que en cuanto al derecho de la autodeterminación de los Kelpers “Argentina perdió la guerra”; pero para los fundamentalistas del Excel, logró que aquel reconfirme -ante 50 puntos de rating sólo en tv- que va a suspender relaciones de todo tipo con China y Brasil, principales socios comerciales del país.

 

El resultado fue arrollador, desde La Nación + hasta El Destape y El País de España, fueron coincidentes: Massa se impuso sin equivalencias, evidenciando -incluso- una manifiesta incapacidad del candidato libertario para hacerse cargo de una responsabilidad tan importante, no ya la función pública en disputa, sino la candidatura a la misma.

 

Ahora la última semana de esta interminable campaña electoral atravesará acusaciones, operaciones, temblores financieros y frutas varias, propias de un devenir post elecciones generales traccionado por un conjunto de errores, ya analizado -tanto desde el oficialismo, como de su contrincante-; poniendo una vez más a la estabilidad emocional poblacional a prueba.

 

Partidariamente el panorama está claro: Massa deberá intentar permanecer lo más indemne posible ante las ofensivas, mientras que el candidato opositor tendrá que evitar un desangrado interno en las estructuras de su “coalición”, resultado directo de una imagen por demás deteriorada.

 

Más allá de esto, encuestas mediante, vuelve a surgir una premisa que veremos si se logra materializar, pero que al menos se ratifica en términos de competitividad: Sergio Massa sólo le podría ganar una elección a Javier Milei.

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