jueves 25 de abril de 2024 - Edición Nº1968

Opinión | 14 ene 2022

Economía familiar

“Vivir, cuesta deuda”: endeudamiento y vida en las sociedades financierizadas 

De la deuda externa a las deudas de las economías populares.


Por: Patricio Lobos

El nivel de endeudamiento del estado argentino dejado por la gestión macrista (2015-2019) es pavoroso y condicionante. Sin embargo, proponemos aquí pensar otro vector: el del endeudamiento popular. En “Una lectura feminista de la deuda” (2019) y “¿Quién le debe a quién?” (2021), Verónica Gago, Lucía Cavallero y Silvia Federici desarrollan el concepto de deuda ligado a las económicas populares y feminizadas. Señalan que en las últimas décadas, ha crecido el endeudamiento popular a través del crédito para abastecerse de productos de primera necesidad. 

 

El endeudamiento popular (deber a entidades de micro-credito, la tarjeta, el mercado, el alquiler, etc) tiene consecuencias económicas pero también una contracara subjetiva. La deuda des-estructura vínculos afectivos (familiares y amistades), genera dependencia a relaciones familiares violentas y especialmente culpa, organizando una “economía de la obediencia”. Más allá de la gestión del estado (progresista o neoliberal), las familias deben. Y esa dueda condiciona sus vidas.

 

Este fenómeno de endeudamiento popular marca la importancia de las economías de “los de abajo” para el capital. Como señalan las autoras: “cuando hablamos de deuda, hacemos particular énfasis en el endeudamiento privado o lo que llamamos aquí endeudamiento de las economías domésticas. Las finanzas se aterrizan hoy en las economías domésticas, en las economías populares y en las economías asalariadas a través del endeudamiento masivo y lo hacen de manera distinta en cada una”. (2019, 13)

 

Para Gago y Cavallero “entender cómo la deuda extrae valor de las economías consideradas históricamente no productivas, permite captar los dispositivos financieros como verdaderos mecanismos de colonización de la reproducción de la vida”. (Idem, 17) Las finanzas aterrizan en territorios subalternos y desconocen las categorías políticas que hablan de excluidos, marginales o poblaciones superfluas, salarios formales e informales. Por si esto fuera poco, las finanzas se apropian de la temporalidad futura, es decir, condicionan cualquier proyecto de vida.

 

Bajo la lógica del capitalismo actual, la subsistencia por sí misma genera deuda. “Vivir, cuesta deuda”. Sin embargo, las investigadoras detallan también, las formas de insubordinación a la deuda, a modo de las campañas públicas como “Vivas, libres y desendeudadas nos queremos”, los paros feministas, o las propias redes de contención material y afectiva que conforman las amistades, los y las compañeras de trabajo (generando formas de ahorro y crédito popular), los sindicatos y las economías populares.

 

La pandemia y las respuestas estatales ambiguas (“Quedate en tu casa”), no hacen más que profundizar este fenómeno de endeudamiento popular. Las decisiones del estado de desalojar ocupaciones de terrenos pone en entredicho el criterio de cuidado del propio relato estatal. Federici, Gago y  Cavallero dirán: “no solo el costo de un alquiler se vuelve equivalente a un salario (en el caso de tenerlo), sino que, con la pandemia, tomar deuda para pagar el alquiler se ha convertido en una forma de “salvataje” para evitar momentáneamente los desalojos”. (2021, 10)

 

Si las luchas anti-extractivistas ponen el foco en la extracción de recursos naturales para su explotación, para las autoras hoy es necesario expandir y complejizar este concepto. Así, ya no se trataría solo de la extracción de recursos naturales comunes, sino también, de la extracción de comunes sociales. El capitalismo contemporáneo, extrae no solo materias primas, sino también -y especialmente- energías y plus-valores populares. La deuda es una forma de extracción.

 

“Una lectura feminista de la deuda” (2019) y “¿Quién le debe a quién?” (2021), colaboran en la compresión de un fenómeno, el de la deuda, que no solo debe ser abordado desde las implicancias macro-económicas-politicas, sino desde las micro y subalternas. Subterraneamente, y más allá de los acuerdos (mejores o peores) entre los estados y los organismos de crédito internacionales, la deuda sigue condicionando nuestras vidas, pero también, provocando desobediencias y resistencias comunitarias.

OPINÁ, DEJÁ TU COMENTARIO:
Más Noticias