

En la última licitación de deuda en pesos, el Gobierno logró colocar apenas $6,1 billones, alcanzando un nivel de rollover de tan solo 58,87%, un dato que encendió alertas en los mercados y refleja la pérdida de confianza crediticia hacia la administración económica de Javier Milei.
La Secretaría de Finanzas, encabezada por Pablo Quirno, informó que recibió ofertas por un total de $6,724 billones y adjudicó $6,143 billones. Sin embargo, el dato que más preocupó fue el bajo nivel de renovación en relación a los vencimientos del mes. En contraste, en la licitación anterior, el rollover había alcanzado un 168%, lo que agrava la comparación y muestra un claro retroceso.
El bajo nivel de adhesión obligó al Gobierno a convalidar tasas más altas en letras a corto plazo, lo que encarece el costo de financiamiento. Por ejemplo, la letra S31L5, con vencimiento el 31 de julio, se colocó a una Tasa Efectiva Mensual del 2,88%, equivalente al 40,5% anual.
Otro dato llamativo fue la suspensión de la colocación de Bonte 2030, un bono atado al dólar, lo que podría interpretarse como una señal de cautela ante un mercado menos dispuesto a asumir compromisos a largo plazo.
Desde el Banco Central, el director Federico Furiase explicó que “vuelve a jugar el ‘punto anker’, es decir, la remonetización por exceso de demanda de pesos contra cancelación de deuda del Tesoro”, en un contexto de fuerte estacionalidad y necesidad de liquidez en los meses de junio y julio.
Analistas privados advierten que el Gobierno podría estar optando por no renovar parte de la deuda como forma de inyectar pesos en la economía real y dinamizar el crédito privado. Pablo Lazzati, CEO de Insider Finance, afirmó: “El mercado eligió Lecaps a muy corto plazo, lo que muestra preferencia por tasa fija y mayor desconfianza a futuro. La S31L5 fue la más demandada, mientras que los Boncap siguen sin tracción”.
Pablo Repetto, de Aurum Valores, agregó que "en las licitaciones anteriores los bancos se pasaron de rosca, ahora tienen necesidad de pesos y no están comprando dólares ni recibiendo inyecciones del BCRA".
En este escenario, el Tesoro se ve forzado a constituir reservas en pesos utilizando el superávit primario y las colocaciones previas, lo que muestra el delicado equilibrio financiero que enfrenta la gestión económica.
Aunque el Gobierno busca mantener la disciplina fiscal, el bajo nivel de adhesión en esta licitación revela una tensión creciente entre la necesidad de financiamiento y la confianza del mercado. La incertidumbre persiste y el mensaje es claro: el crédito barato y a largo plazo se está esfumando.