

En un nuevo capítulo de la creciente tensión comercial entre China y Estados Unidos, el gobierno chino anunció que elevará al 125% los aranceles adicionales sobre los productos importados desde EE.UU. a partir del sábado 12 de abril, en respuesta directa a la decisión de Washington de aplicar el mismo porcentaje a las importaciones chinas.
La medida fue comunicada por la Comisión de Aranceles Aduaneros del Consejo de Estado de China, que acusó a Estados Unidos de violar gravemente las normas internacionales y de aplicar medidas “unilaterales de coerción e intimidación”. Según el comunicado oficial, las acciones de Washington “van en contra de las leyes económicas básicas y el sentido común” y serán consideradas “una broma en la historia de la economía mundial”.
La reacción china no se limitó al anuncio de nuevos aranceles. El Ministerio de Comercio de China también informó la presentación formal de una demanda contra Estados Unidos ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), por considerar que las medidas adoptadas por Washington representan una violación flagrante de las reglas multilaterales.
Desde el Ministerio, calificaron las medidas estadounidenses como un “acto típico de intimidación” y advirtieron que China defenderá firmemente sus derechos e intereses legítimos, así como el orden económico y comercial global basado en normas.
El portavoz del Ministerio fue categórico al señalar que China está abierta al diálogo, pero que este debe estar basado en el respeto mutuo y la igualdad de condiciones. En ese sentido, rechazó cualquier forma de presión o amenaza como estrategia de negociación.
En paralelo, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Lin Jian, sostuvo que si Estados Unidos realmente quiere resolver las diferencias, debe abandonar sus “tácticas de presión máxima y acciones imprudentes”.
“China no quiere una guerra comercial, pero no tiene miedo de librarla si es necesario”, afirmó. Y añadió que las contramedidas chinas no sólo buscan proteger sus intereses, sino también “defender la equidad y la justicia a nivel global frente a la hegemonía estadounidense”.
Lin insistió en que no hay ganadores en las guerras arancelarias y subrayó que la persistencia de EE.UU. en escalar el conflicto comercial llevará a una respuesta firme y proporcional por parte de China.
Este recrudecimiento en la relación bilateral se da en un contexto de creciente rivalidad económica entre las dos mayores potencias del planeta, que desde hace años se disputan no solo cuotas de mercado, sino también liderazgo tecnológico, influencia global y reglas del juego comercial.
La postura de China marca un punto de inflexión en el conflicto, ya que no sólo replica las medidas estadounidenses, sino que las enfrenta en los principales foros multilaterales, como la OMC, con el objetivo de exponer el unilateralismo de Washington ante la comunidad internacional.
Con ambos países adoptando una estrategia de confrontación abierta, el desenlace de esta disputa podría tener consecuencias profundas no solo en el comercio bilateral, sino también en el equilibrio económico mundial.