martes 26 de septiembre de 2023 - Edición Nº1756

Regional | 9 sep 2023

No rompan todo

13:20 |Una verdad relativa se ha instalado peligrosamente en los últimos meses: No se puede estar peor. Pero no es cierto. Siempre, siempre, se puede estar peor.


Por: Juan Gorosito

La posibilidad concreta de que Javier Milei se convierta en el próximo presidente argentino exacerbó una discusión que ya estaba presente en la cotidianeidad nacional: el rol del Estado. La ya famosa intervención televisiva del León con su “Afuera” ministerial post PASO no hizo más que canalizar un sentimiento más o menos extendido en la sociedad: el Estado no me brinda las respuestas que requiero y a la vez veo cómo algunos lo utilizan en beneficio propio, por lo tanto la solución es eliminarlo. Esa lógica de pensamiento, que es una contradicción en sí misma es la respuesta a las reiteradas frustraciones a las que la política sometió a los argentinos. Y es una contradicción sobre todo porque de la respuesta insuficiente se pasará a la respuesta inexistente. Es decir, como estoy enojado con el Estado, lo destruyo. Es lo que expresa Milei.

 

En la Revista de Investigación en Política Exterior Argentina (RIPEA), la doctora en Relaciones Internacionales María Lourdes Puente Olivera escribió varios meses antes de las Primarias que  el Estado, en tanto institución que organiza hace ya un par de siglos nuestro vivir juntos, “hoy está sobredemandado y debilitado, frente a actores con mayor poder económico, tecnológico y/ o social. Sumando a la crisis de la clase política, cuyo rol fuera conducirlo y está desdibujado”. Es decir, el Estado no alcanza a satisfacer las demandas, que no son las mismas que hace unas décadas, sino que son mayores, y la salida que le encuentra una buena porción de la sociedad a eso es el rechazo. En lugar de buscar mejorar las reglas de juego, cambiar el árbitro o ajustar las reglas, rompe el juego.

 

La autora advierte que lo que está en jaque es cómo nos organizamos viendo la dificultad de los Estados por articular y organizar el orden social.

 

Por supuesto, los más afectados por una política anti estatal no serán las clases pudientes, sino los sectores populares usuarios de la salud y la educación públicas, por ejemplo. Claro, hoy esos servicios estatales no gozan del mayor de los prestigios, al menos en los ámbitos primarios, con lo cual es bastante fácil caerles con críticas a lo largo y a lo ancho del país. Sin embargo, el sueño de la movilidad social ascendente inaugurado en el primer cuarto del siglo XX a partir de la primera presidencia de Hipólito Irigoyen con el famoso “mi hijo el doctor” y acelerado a partir del primer peronismo que metió a los hijos de los obreros en las universidades, va camino a terminar de desvanecerse si triunfan las políticas privatistas. El modelo de país propuesto por la casta libertaria anti Estado ya está muy desarrollado en el mundo y lo conocemos muy bien en la región: Chile, Paraguay, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela y hasta Brasil, por citar unos ejemplos. El modelo consiste en eliminar la clase media y armar una sociedad de un puñado de ricos muy ricos y una enorme mayoría de pobres. La élite asegura así conservar sus posiciones, la intangibilidad y multiplicación de su riqueza, y el no enfrentamiento de rebelión alguna por carencia de educación y por lo tanto de herramientas de las clases populares.

 

Argentina ha tenido históricamente una resistencia social importante a su latinoamericanización en sentido económico. Basta escuchar testimonios de vecinos de países sudamericanos instalados en el país para resaltar las virtudes del sistema estatal que aún logra sostenerse. Canal Doce de Córdoba hizo un muy bien trabajo días atrás, tomando testimonios de hombres y mujeres migrantes instalados en esa provincia. Hay una entrevista muy particular en la que una señora peruana cuenta que es empleada doméstica y su marido obrero de la construcción. Llegaron hace trece años con dos hijas adolescentes. Una ya se recibió de kinesióloga y otra está a punto de hacerlo como Licenciada en Biología. Cuando le consultaron a la entrevistada si le hubiera sido posible tener dos hijas profesionales en Perú contestó que de ninguna manera hay acceso a la educación superior gratuita de calidad en su país y que pagar una carrera universitaria para las hijas siendo una empleada doméstica y un albañil es inalcanzable. Hacia esos modelos vamos si el berrinche social, por otra parte absolutamente justificado, es encarrilado por Milei y los libertarios.

 

En definitiva, el Estado argentino tiene todo por mejorar, empezando por su administración, con lo económico en primer plano. Sin embargo, cualquier opción es mejor que romper todo. Incluso aunque nos lleve a una nueva desilusión. Una verdad relativa se ha instalado peligrosamente en los últimos meses: No se puede estar peor. Pero no es cierto. Siempre, siempre, se puede estar peor.

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