

Según el último Staff Report del organismo multilateral, la autoridad monetaria llegó a tener una posición vendida neta cercana a los 5.000 millones de dólares en contratos de tipo Non-Deliverable Forward (NDF), lo que constituye el mayor nivel de intervención desde el inicio de la gestión de Javier Milei. Este dato, contenido en una nota al pie del informe técnico, arrojó luz sobre una operatoria que se venía desarrollando con escasa información oficial y que había generado versiones en la City desde el inicio de las turbulencias cambiarias a mediados de año.
El FMI aclaró que, al estar liquidadas en pesos, estas operaciones “no representan un riesgo directo para las reservas internacionales”, aunque sí implican un riesgo potencial en el balance del Central si el dólar sigue subiendo. La entidad también justificó el uso de estos instrumentos como una herramienta temporal y limitada “para orientar las tasas de interés del mercado durante períodos de crisis”.
Consultoras privadas como 1816 estiman que, tras el cierre del contrato de julio, el BCRA habría reducido levemente su exposición, quedando con una posición vendida cercana a los 3.700 millones de dólares, aunque esto sigue marcando un máximo para el actual gobierno.
El informe también confirmó un importante relajamiento de las metas de reservas netas para el resto del año, que ahora requieren una acumulación de unos u$s3.500 millones de aquí a diciembre, una cifra considerada mucho más alcanzable que los objetivos del programa original. Además, se postergó la revisión del tercer trimestre, lo que difiere el próximo desembolso del FMI, aunque el monto involucrado —u$s1.000 millones— fue minimizado por el propio Staff.
El Fondo también indicó que se espera un rol más activo del BCRA en la compra de divisas, con un cronograma predecible al estilo de otros bancos centrales latinoamericanos como los de Chile, México o Colombia. Se estima que el Central debería comprar unos u$s30 millones diarios hasta fin de año para acercarse a las metas, aunque todavía faltan u$s3.000 millones para cerrar el año conforme a lo pactado.
Otro de los cambios relevantes fue la modificación de la meta de activos internos netos, que había sido incumplida debido al exceso de emisión respecto al ritmo de acumulación de divisas. Este objetivo fue redefinido en línea con la reducción de la meta de reservas.
La estrategia de intervención en futuros, si bien riesgosa en escenarios volátiles, fue respaldada por el Fondo bajo el argumento de ser un mecanismo útil para dar señales al mercado en momentos de fuerte incertidumbre, aunque subrayó que su uso debe ser acotado y transitorio.