

Este jueves, la Corte Constitucional italiana dictó una sentencia que redefine el concepto de ciudadanía por descendencia: declaró inconstitucional el límite generacional impuesto por el Estado italiano para el reconocimiento del derecho de sangre. El fallo, originado en un caso presentado en la ciudad de Bolonia, establece que no se necesita un tope generacional para reclamar la ciudadanía italiana iure sanguinis (por derecho de sangre).
Hasta ahora, el gobierno italiano había intentado acotar el acceso a la ciudadanía a descendientes hasta la tercera generación. Pero con este nuevo pronunciamiento, bisnietos, tataranietos e incluso choznos podrán iniciar procesos judiciales para recuperar su nacionalidad, en muchos casos negada arbitrariamente por años de burocracia y restricciones legales.
Esta resolución no es solo una victoria jurídica: es un golpe directo al corazón de la política migratoria restrictiva que se fue endureciendo en las últimas décadas. Y no es cualquier fallo. Es la primera vez desde la Segunda Guerra Mundial que un juez italiano argumenta con tal contundencia que una ley de ciudadanía contradice los principios constitucionales de la República.
La decisión marca un antes y un después. Abre la puerta a una oleada de reclamos judiciales y acciones de amparo en toda Italia. Se anticipa un colapso en los tribunales por la cantidad de descendientes italianos que ahora podrán iniciar su proceso de reconocimiento sin estar limitados por generaciones.
La sentencia no solo tiene implicancias legales, sino también filosóficas. Porque en el fondo, lo que se discute es esto:
¿Puede el Estado decidir hasta qué punto los retratos en blanco y negro de nuestros abuelos, los apellidos que llevamos con orgullo, o los dialectos olvidados que flotan en la memoria familiar, ya no significan nada?
Si la Corte Constitucional avanza en declarar nula toda la ley que restringe la ciudadanía por sangre, millones de personas en Argentina, América Latina y el resto del mundo podrían recuperar ese vínculo con sus raíces italianas.
Pero también se enciende una alarma: esta ventana puede cerrarse pronto. Si el fallo no se aplica de forma masiva o se intenta revertir políticamente, quienes no actúen a tiempo podrían quedar afuera. Por eso, especialistas ya recomiendan iniciar los procesos judiciales cuanto antes. El eco de los ancestros volvió a escucharse en los pasillos de la justicia italiana. Y esta vez, la sangre habló más fuerte que la ley.