

Argentina atraviesa una nueva crisis energética en pleno invierno, con cortes del suministro de gas siendo un país productor de gas que afectan a miles de hogares, comercios e industrias en distintas provincias. La situación se agrava por decisiones del Gobierno nacional, que paralizó obras estratégicas para el funcionamiento del sistema de transporte , entre ellas las plantas compresoras fundamentales para garantizar la presión en los gasoductos troncales.
Desde su asunción, el Gobierno de Javier Milei interrumpió los pagos a las empresas encargadas de construir plantas compresoras en puntos estratégicos del país, provocando la paralización total de los trabajos. Según fuentes de la empresa construtora ESUCO a cargo de las obras que están detenidas, incluyen las plantas de Dean Funes y Ferreyra en Córdoba, Lumbreras en Salta y Lavalle en Santiago del Estero. Todas formaban parte del plan de infraestructura energética para reforzar el Gasoducto Néstor Kirchner y garantizar el abastecimiento durante los picos de demanda invernal.
La situación es especialmente crítica en el norte del país, donde provincias como Salta y Santiago del Estero reportaron caídas de presión en el suministro y cortes programados, afectando a industrias, estaciones de GNC y usuarios residenciales. Las distribuidoras advierten que el sistema opera al límite y que, sin las plantas compresoras, el gas no logra llegar con la presión necesaria a los centros de consumo.
Además, se confirmó que la obra de la planta compresora de General Cerri (Bahía Blanca) —clave para la expansión del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner hacia el sur de Buenos Aires que afectó seriamente a la ciudad de Mat del Plata— está oficialmente paralizada, al igual que la de Balbín, que tenía el objetivo de reforzar el sistema en el sur del país. Ambas eran esenciales para inyectar más gas desde Vaca Muerta y ampliar la capacidad de transporte hacia los grandes centros urbanos.
A pesar del discurso oficial sobre "eficiencia y orden fiscal", la falta de inversión en infraestructura energética está pasando factura en los sectores más vulnerables, con restricciones al consumo y problemas de abastecimiento incluso en zonas urbanas. Desde el sector energético advierten que si no se retoman con urgencia las obras paralizadas, los próximos inviernos podrían ser aún peores.
Mientras tanto, las temperaturas siguen bajando y el gas escasea, dejando a miles de argentinos con frazadas y estufas apagadas. La "motosierra" del ajuste llegó al corazón del sistema energético y sus efectos ya son imposibles de ocultar.