

El fenómeno fue captado el pasado 14 de mayo por el Observatorio de Dinámica Solar de la agencia espacial estadounidense, que registró una erupción de clase X2.7, la categoría más alta para este tipo de eventos. La explosión estuvo acompañada por una eyección de masa coronal que afectó a satélites y provocó cortes en señales de radio en el Medio Oriente.
“Estamos recibiendo un impacto rasante de la enorme tormenta solar ‘Ala de Pájaro’. Es tan grande que deja una estela muy fuerte. Se esperan condiciones turbulentas durante los próximos días”, explicó Tamitha Skov, física espacial de la NASA.
El riesgo principal es que estas partículas solares lleguen a la magnetósfera terrestre, generando tormentas geomagnéticas capaces de:
Interrumpir servicios de internet y redes eléctricas
Afectar el funcionamiento de satélites
Alterar señales de GPS y radares de navegación
Generar fallos en sistemas de emergencia
Obligar a desviar vuelos o interrumpir servicios aeronáuticos
Además, podrían verse auroras boreales y australes en zonas poco habituales, como el norte de Europa o el sur de Sudamérica.
El Sol se encuentra actualmente en la fase más activa de su ciclo de 11 años, con una alta frecuencia de erupciones y regiones solares activas orientadas hacia la Tierra. Este fenómeno también está relacionado con la inversión de sus polos magnéticos.
La última eyección solar superó los 967.000 kilómetros de extensión, lo que equivale a más de 75 veces el diámetro de la Tierra.
Un evento similar ocurrió en 1989, cuando una tormenta solar provocó un apagón masivo en Quebec, Canadá, dejando sin electricidad a millones de personas. Hoy, con una dependencia tecnológica mucho mayor, el impacto podría ser más profundo y abarcar desde servicios críticos hasta la vida cotidiana.