viernes 07 de febrero de 2025 - Edición Nº2256

Internacional | 23 ene 2025

Economía

El 1% más rico del mundo controla el 45% de la riqueza global

La desigualdad extrema es un desafío que requiere una respuesta global coordinada. La redistribución de la riqueza, el acceso equitativo a la educación y el empleo digno son algunos de los pasos necesarios para cerrar esta brecha. De no tomarse medidas urgentes, las tensiones sociales y la pobreza podrían seguir aumentando, comprometiendo el desarrollo sostenible y la estabilidad de las futuras generaciones.


Un informe reciente sobre la distribución de la riqueza mundial ha arrojado cifras alarmantes: el 1% de las personas más ricas del planeta concentra el 45% de toda la riqueza global. Este desequilibrio pone de manifiesto las profundas brechas económicas y sociales que existen en el mundo, agravadas en muchos casos por crisis económicas y climáticas. Mientras tanto, el 44% de la población mundial, equivalente a unos 3.600 millones de personas, vive por debajo del umbral de la pobreza, luchando por satisfacer sus necesidades básicas.

 

Este fenómeno no es nuevo, pero su aceleración en las últimas décadas es preocupante. La globalización, junto con políticas económicas desiguales, ha permitido que una pequeña élite económica incremente su patrimonio a niveles históricos, mientras las clases trabajadoras y más vulnerables apenas logran salir adelante. Además, la pandemia de COVID-19 ha intensificado estas desigualdades, permitiendo que muchas grandes fortunas crezcan aún más mientras millones de personas caían en la pobreza.

 

El umbral de pobreza varía según el país, pero en términos generales, se define como vivir con menos de $6,15 al día, según el Banco Mundial. Para quienes viven en esta situación, la falta de acceso a alimentos, agua potable, educación y atención médica es una realidad diaria. Esto no solo refleja desigualdad económica, sino también una falta de acceso a derechos fundamentales.

 

Los economistas y organizaciones internacionales han advertido que este nivel de concentración de riqueza pone en riesgo la estabilidad global. La desigualdad no solo limita el crecimiento económico general, sino que también incrementa la tensión social y política, alimentando movimientos populistas y conflictos internos en diversos países.

 

Ante esta crisis, organismos internacionales, como la ONU y el Banco Mundial, han instado a los gobiernos a implementar medidas redistributivas, como reformas tributarias más progresivas y mayores inversiones en programas sociales. Sin embargo, muchos de estos cambios enfrentan resistencia por parte de las élites económicas y políticas, que buscan mantener el status quo.

 

La desigualdad extrema es un desafío que requiere una respuesta global coordinada. La redistribución de la riqueza, el acceso equitativo a la educación y el empleo digno son algunos de los pasos necesarios para cerrar esta brecha. De no tomarse medidas urgentes, las tensiones sociales y la pobreza podrían seguir aumentando, comprometiendo el desarrollo sostenible y la estabilidad de las futuras generaciones.

OPINÁ, DEJÁ TU COMENTARIO:
Más Noticias