REGIONAL | 25 NOV 2025

Maquinchao avanza con un piloto de bonos de carbono que busca generar nuevos ingresos para productores ovinos

El proyecto, impulsado por el Ente de la Región Sur, abarca entre 25.000 y 30.000 hectáreas e involucra a unos diez productores. La iniciativa apunta a medir y certificar la captura de carbono de los pastizales para su venta en el mercado internacional. Técnicos iniciarán en diciembre los estudios de suelo y pastizal, mientras la certificación ya fue presentada ante Verra.




En Maquinchao comenzó a desarrollarse un ambicioso programa ambiental y productivo: un proyecto piloto de bonos de carbono que busca capitalizar la capacidad de los pastizales para capturar dióxido de carbono y transformarlo en una nueva vía de ingresos para productores ovinos mediante su comercialización en el mercado internacional.

 

El piloto se extiende sobre una superficie de entre 25.000 y 30.000 hectáreas y reúne a alrededor de diez productores medianos y pequeños. “Lo que buscamos es empezar con un grupo reducido que tenga ganas de avanzar y después sí poder ampliarlo cuando el esquema de créditos de carbono esté más firme”, explicó el presidente del Ente de la Región Sur, Darío Ibáñez, en diálogo con la prensa local.

 

Ibáñez señaló que la iniciativa surge en un contexto de “sequías reiteradas y dificultades económicas” que afectaron la actividad ovina. En ese escenario, consideró que la propuesta ofrece una oportunidad para “diversificar ingresos en la región” y una alternativa concreta para “sostener lo que ya tenemos en el campo”.

 

El esquema de funcionamiento del piloto contempla una serie de pasos: primero se mide la capacidad de captura de carbono de los pastizales; luego esos datos son verificados técnicamente, certificados y convertidos en créditos que pueden ser adquiridos por empresas interesadas en compensar parte de sus emisiones. Aunque ya existen experiencias privadas en Río Negro y en provincias como Misiones, Santa Cruz y Neuquén, es la primera vez que el Ejecutivo rionegrino impulsa un proyecto de este tipo.

 

El trabajo técnico comenzó entre febrero y abril con reuniones y selección de campos. “En diciembre vuelven los técnicos y ahí se hace el estudio de suelo y toda la evaluación del pastizal”, indicó Ibáñez, quien anticipó que parte de los análisis se realizará mediante convenios con universidades. La primera fase del diagnóstico incluyó imágenes satelitales para determinar la viabilidad de captura y una etapa de prefactibilidad con puntos GPS, evaluación de aguadas y estado de los pastizales. La documentación ya fue elevada a Verra, una de las certificadoras más reconocidas del sector.

 

Ibáñez explicó que el proceso de captura se basa en un mecanismo natural: durante la fotosíntesis, las plantas absorben dióxido de carbono y parte de ese carbono queda almacenado en el suelo. Para potenciar ese proceso, el proyecto prevé acompañamiento técnico sobre rotación del pastoreo, distribución de agua, ajuste de cargas, incorporación de herramientas y tecnología, además de monitoreos periódicos.

 

Según estimaciones del Ente, una hectárea de pastizal podría capturar en promedio una tonelada de dióxido de carbono al año, aunque los valores varían según el ecosistema. Con esa referencia, Ibáñez ilustró el potencial económico: “Un productor con 3.000 hectáreas, a valores de entre 20 y 30 dólares la tonelada, puede estar hablando de unos 90.000 dólares”.

 

La administración del proyecto estará a cargo del propio Ente de la Región Sur, que distribuirá los fondos entre los productores de acuerdo con la captura verificada en cada predio. Los pagos se realizarán en dólares y ya se iniciaron conversaciones con municipios interesados en generar créditos mediante acciones de eficiencia energética.

 

Los primeros retornos económicos no serán inmediatos: “Estos proyectos van de uno a dos años para generar recursos, y después se trabajan por 20 o 40 años”, indicó Ibáñez. Esa permanencia, sostuvo, brinda estabilidad y previsión a familias productoras, con efectos potenciales en infraestructura, vivienda y conectividad. Mencionó además que, una vez en el mercado, algunas empresas podrían comprar créditos a futuro como forma de financiamiento anticipado.

 

El impacto social también es un eje relevante. “Soy productor y cuarta generación, y hoy cuesta frenar la disminución del stock y que los jóvenes se vayan del campo”, expresó Ibáñez. En su visión, ingresos estables por manejo ambiental podrían contribuir a revertir ese proceso.

 

Finalmente, aclaró que la adhesión al programa es abierta a productores de toda la provincia: “No hay distinción; si alguien quiere mejorar su campo y trabajar estos créditos, se puede sumar. Lo que buscamos son superficies donde se pueda mejorar año a año”.