La madrugada del martes volvió a convertir a la capital ucraniana en un campo de supervivencia. A la 1 de la mañana, las sirenas antiaéreas sonaron de manera simultánea en Kiev y otras ciudades del país, anticipando un ataque masivo de Rusia que, según las autoridades, apuntó nuevamente a la infraestructura energética con el objetivo de dejar a Ucrania a oscuras y sin calefacción en la antesala del invierno.
La ofensiva, ejecutada con drones Shahed, misiles hipersónicos Kinzhal y el despegue de aviones MIG-31, dejó al menos seis muertos y ocho heridos en Kiev. Edificios residenciales de los barrios de Pecherskyi y Dniprovskyi sufrieron daños graves, incluyendo incendios que obligaron a evacuar a decenas de familias.
El alcalde Vitali Klitschko confirmó que las explosiones afectaron complejos habitacionales de varios pisos y que los servicios de emergencia trabajaron durante horas para contener los incendios y rescatar a personas atrapadas.
The Ukrainian capital of Kyiv is currently under a major ballistic and cruise missile attack by Russia, with multiple Kh-47M2 “Kinzhal” Air-Launched Ballistic Missiles targeting thermal power stations across the city, along with the Kyiv Hydroelectric Power Plant. pic.twitter.com/GtjxXTV2Jj
— OSINTdefender (@sentdefender) November 25, 2025
La agresión se produjo justo en el momento más sensible para la diplomacia internacional. Estados Unidos y Europa analizaban cambios al acuerdo de paz de 28 puntos que la administración Trump presentó recientemente a Kiev, un documento que en Ucrania fue recibido como una capitulación y que sectores políticos y sociales consideran una imposición redactada directamente desde Moscú.
Horas antes del ataque, el presidente Volodimir Zelensky había advertido en su cuenta de X que Rusia intensificaría la presión militar para condicionar cualquier negociación. “Si realmente estamos poniendo fin a la guerra, no puede haber misiles ni ataques masivos sobre nuestra gente”, expresó. “Esto sólo puede evitarse si quienes tienen poder en el mundo actúan en consecuencia.”
Según fuentes ucranianas citadas por medios europeos, la ofensiva sería un mensaje directo de Putin hacia Washington y Bruselas para reforzar su posición negociadora y exhibir capacidad de escalada militar.
Kiev atraviesa uno de los momentos más difíciles desde que comenzó la invasiva rusa. Con apagones de hasta 16 horas diarias en varios barrios, las calles se iluminan con generadores que rugen sin descanso. En la plaza Maidan, símbolo político de la capital, varios edificios permanecían sin energía tras ataques recientes contra nodos estratégicos del sistema eléctrico.
En escuelas y hospitales, las clases y los tratamientos se trasladan a espacios subterráneos ante el temor de que las sirenas obliguen a interrumpir actividades esenciales.
Especialistas en seguridad ucranianos sostienen que Rusia busca quebrar psicológicamente a la población y forzar concesiones políticas. “Moscú no reconoce a Ucrania como un Estado independiente. Cualquier acuerdo bajo estas condiciones sería una pausa táctica para que Rusia vuelva a atacar”, afirmó Oleksandra Romantsova, directora del Centro de Libertades Civiles y referente internacional en derechos humanos.
El plan original filtrado en la prensa estadounidense incluía, entre otros puntos, la obligación de que Ucrania realizara elecciones en un plazo de 100 días, lo que en el contexto de la guerra fue interpretado por analistas como un intento de desestabilizar aún más al gobierno de Zelensky. Para la oposición y varios organismos civiles, el documento parece diseñado para favorecer los intereses del Kremlin.
En paralelo, Zelensky enfrenta un escándalo de corrupción que debilitó su posición interna, algo que expertos ucranianos consideran parte de una estrategia rusa para erosionar al gobierno en medio de las negociaciones.
Ucrania respondió con un ataque aéreo nocturno sobre la región rusa de Rostov, que dejó tres muertos y ocho heridos según las autoridades locales. También se reportaron impactos en la región de Krasnodar, donde al menos seis personas resultaron heridas y una veintena de viviendas sufrieron daños.
El gobernador Veniamin Kondratiev calificó la ofensiva ucraniana como “uno de los ataques más intensos y masivos” recibidos en la zona desde el inicio de la guerra.
La nueva escalada muestra que, pese a los esfuerzos diplomáticos, la guerra continúa alejándose de cualquier resolución estable. Mientras las potencias occidentales intentan recomponer un acuerdo de paz más aceptable para Kiev, Putin demuestra que aún controla el tempo militar y puede castigar a Ucrania cuando lo considere estratégico.
Con un invierno que ya golpea y un sistema energético debilitado, la población ucraniana vuelve a enfrentar noches de refugios, apagones y ataques que mantienen a la guerra viva en cada rincón de su vida cotidiana.