REGIONAL | 14 NOV 2025

ENTREGA

El acuerdo comercial con los Estados Unidos no beneficia a la Argentina: Perdedores y ganadores

El Gobierno de Javier Milei con este acuerdo entrega soberanía nacional y el control de los recursos y la industria nacional a los Estados Unidos. De los 24 puntos más importantes, 21 benefician al país norteamericano y solo 3 a la Argentina, que es la reducción de aranceles de aceros y carnes.




La firma del entendimiento comercial entre Javier Milei y Donald Trump no puede analizarse únicamente como un pacto económico, sino que detrás del acuerdo existe una verdadera distorción política que representa un cambio en el equilibrio de poder interno, un reacomodamiento de actores y una redefinición del ordenamiento externo de la Argentina que, por primera vez desde los noventa, vuelve a quedar anclada a una sola potencia. Este acuero no beneficia a la Argentina, sino que podría provocar un daño enorme en diferentes sectores industriales en el país, entre ellos la industria farmaceutica, mineros criticos, el campo y textiles. 

 

El acuerdo funciona como un vector de alineamiento ideológico, financiero y estratégico. Y, en ese marco, Argentina aparece más como territorio de influencia que como socio negociador. Ese es el eje principal que, silenciosamente, atraviesa el texto del acuerdo y sus consecuencias. Milei necesitaba mostrar que tiene respaldo internacional fuerte luego de meses de desgaste interno, fracturas legislativas y pérdida de consenso, por lo que se traduce en que Estados Unidos accede y Argentina entrega.

 

La dependencia no se expresa solamente en el terreno económico, sino que se manifiesta en el modo en que la Casa Blanca se convierte en pieza central de la gobernabilidad interna del gobierno libertario. El paquete financiero prometido funciona como un regulador político: si Milei mantiene el rumbo, hay apoyo; si se debilita, el financiamiento se retrae y Washington se convierte, en la práctica, en un actor más de la política doméstica argentina.

 

La estructura del acuerdo que otorga el control de la agenda

La agenda incluida en el entendimiento no surge de prioridades argentinas sino de intereses estadounidenses: farmacéuticas, tecnológicas, agroindustria, minería estratégica y regulación digital. No hay un solo capítulo en el que Argentina imponga condiciones propias o defina un sector que quiera proteger. Tampoco hay un mecanismo de revisión equilibrado ni cláusulas de industrialización local.

 

Lo que existe es una hoja de ruta donde la Argentina acomoda su normativa y su estructura productiva a las necesidades de un país con un poder de negociación incomparable. Y eso es claramente es una señal política entreguista: Milei elige alinearse a un proyecto internacional que lo excede, pero que necesita para sostener su narrativa interna de “apertura total” y de haber obtenido "historicamente" un alineamiento ferreo con los Estados Unidos. 

 

El impacto sobre el mapa de poder económico local

El acuerdo reconfigura ganadores y perdedores dentro del país.

 

Ganadores

 

 

Perdedoras

 

 

Es decir: el acuerdo no solo expresa un alineamiento geopolítico. Redistribuye poder dentro del país a favor de actores que no responden a la lógica productiva local, sino a intereses globales.

 

El litio: el punto donde la política exterior define la política territorial

 

El capítulo sobre minerales críticos es la pieza más silenciosa del acuerdo, pero también la más potente. Trump y Milei construyen un entendimiento donde el litio —recurso clave para la transición energética mundial— queda integrado a un circuito de aprovisionamiento norteamericano. Esto altera las relaciones entre Nación, provincias y empresas. La Argentina resigna capacidad de negociación soberana en un recurso donde podría ser potencia mundial.

 

 

Por lo bajo, gobernadores del norte no dieron su buen visto o malo en este punto, pero podría ser un desplazamiento: Washington se mete directamente en su territorio económico sin pasar por los mecanismos federales tradicionales. Es otra señal del impacto político del acuerdo: Estados Unidos se salta mediaciones internas y construye influencia territorial directa.

 

Una política exterior que condiciona la política interior

 

El apoyo financiero anunciado por Washington funciona como un ancla geopolítica. No es un subsidio ni una inversión: es una herramienta de control absoluto. El mensaje de Estados Unidos es claro porque ancla la estabilidad del Gobierno argentino pasa a ser un interés estratégico norteamericano que no tiene beneficio para la Argentina.

 

Y desde el lado argentino, la lectura es la inversa porque la gobernabilidad de Milei depende de que Trump y su círculo para que lo mantengan a cuerda del financiamiento. Así, la política doméstica se ordena alrededor de un actor externo siendo un regreso a una lógica de dependencia política que parecía superada luego de los años 90. 

 

Milei se acerca a Trump, pero Argentina se aleja de sí misma

 

Lo que deja expuesto este acuerdo no es una estrategia de inserción internacional sino una decisión de subordinación. Una subordinación ideológica, económica y política que puede tener consecuencias profundas en la orientación del país durante la próxima década. Porque el problema central no es si abre mercados, si elimina aranceles o si promueve inversiones. El problema es quién define el rumbo y quién lo ejecuta.