El gobierno de Javier Milei enfrenta su momento más delicado desde que asumió. Dos casos explosivos sacuden a su espacio político y ponen bajo la lupa no solo al Presidente, sino también a su hermana y jefa de Gabinete, Karina Milei, quien tiene el control absoluto de las candidaturas y la estrategia electoral de La Libertad Avanza.
Primero fue el escándalo que involucró a José Luis Espert, uno de los hombres más cercanos al Presidente, quien admitió haber recibido una fuerte suma de dinero de un empresario con antecedentes por narcotráfico. Milei salió a defenderlo con vehemencia, calificando las denuncias como una “operación kirchnerista”, pero con el correr de los días, las pruebas se acumularon y el discurso oficial se desmoronó.
Ahora, el caso de Lorena Villaverde, diputada nacional y candidata a senadora por Río Negro, vuelve a poner en jaque la credibilidad del espacio. Una investigación periodística reveló que Villaverde habría sido detenida en dos oportunidades en Estados Unidos, una de ellas por contrabando de cocaína, y que habría permanecido varios meses presa antes de regresar al país.
Lejos de tomar distancia, el oficialismo libertario optó por el silencio. Desde la Casa Rosada no hubo pronunciamientos y la conducción de Karina Milei decidió sostener la candidatura de Villaverde, pese a las repercusiones políticas y al impacto que el caso genera en el sur del país.
El vínculo directo entre los protagonistas de ambos escándalos y la mesa chica libertaria vuelve a plantear una pregunta incómoda: ¿hasta dónde llega el control real de Karina Milei sobre la selección de candidatos? Dentro del propio oficialismo, crecen las tensiones entre quienes reclaman mayor transparencia y aquellos que prefieren blindar a las figuras del espacio.
La acumulación de denuncias, defensas improvisadas y silencios estratégicos dibuja un escenario cada vez más complejo. Milei llegó al poder prometiendo “barrer con la casta y la corrupción”, pero los casos Espert y Villaverde comienzan a mostrar que la sombra de la impunidad también puede proyectarse sobre los libertarios.
A menos de dos semanas de las elecciones, el escándalo amenaza con transformarse en una bomba política que no solo golpea al Presidente, sino también a su hermana, convertida en la figura más poderosa detrás del trono libertario.