La Cancillería registró esta semana dos bajas en su estructura política, ambas vinculadas al sector libertario más cercano al presidente Javier Milei. Se trata de Úrsula Basset, quien ocupaba la Dirección de Derechos Humanos, y Nahuel Sotelo, hasta ahora secretario de Culto.
Según reveló Clarín, Basset continuará en la administración pública nacional pero en un nuevo cargo dentro del Ministerio de Justicia, mientras que Sotelo regresará a la Legislatura bonaerense para retomar su banca como diputado provincial.
Las salidas se produjeron tras la designación de Gerardo Werthein como canciller, movimiento que, de acuerdo a fuentes diplomáticas, redujo la capacidad de influencia de “Las Fuerzas del Cielo” en la definición de la política exterior.
El trasfondo político refleja la puja interna en el Gobierno sobre el rumbo de la agenda internacional: por un lado, la línea libertaria que buscó imprimir cambios ideológicos en temas como derechos humanos y cooperación internacional; por el otro, una conducción más pragmática orientada a la normalización institucional y la reconstrucción de vínculos con organismos multilaterales.
De esta manera, la Cancillería encara una nueva etapa donde se espera mayor previsibilidad en la diplomacia tradicional, aunque los sectores libertarios admiten que, si bien pierden terreno en política exterior, mantienen influencia en otras áreas del Ejecutivo.