NACIONAL | 25 AGO 2025

POLíTICA

La corrupción libertaria, una daga en el corazón de los argentinos

Lo más grave es la reacción presidencial. Ante la evidencia, Milei no salió a dar explicaciones, no presentó documentación ni inició auditorías. Optó por echar al denunciante. Spagnuolo fue sacrificado por atreverse a mostrar cómo funciona el engranaje de coimas que, según él mismo relató, empieza en la hermana del Presidente. Esa reacción no solo confirma el esquema, sino que desnuda la fragilidad moral de un gobierno que llegó prometiendo terminar con la “casta” y hoy la reproduce con voracidad.




Los audios de Diego Spagnuolo estallaron con la furia de un pitbull desatado porque tienen el irresistible aroma de la verdad. Lo que revelan no es solo una operatoria puntual de coimas, sino la radiografía completa del poder en la Argentina libertaria. Karina Milei como jefa de asociación ílicita, los Menem como ejecutores interesados y un Presidente que, lejos de cortar de raíz la corrupción, la tolera con un silencio cómplice.

 

Los hechos son brutales. Las coimas que durante el albertismo rondaban el 5%, con Milei treparon al 8%. Un millón de dólares mensuales, según el propio Spagnuolo, solo en su dependencia. Plata que debía ser para medicamentos, insumos y tratamientos de los más vulnerables, desviada para engordar bolsillos de funcionarios. La motosierra, que ajusta a discapacitados, jubilados y trabajadores, se convierte en un arma selectiva: recorta derechos pero nunca corta la corrupción.

 

Lo más grave es la reacción presidencial. Ante la evidencia, Milei no salió a dar explicaciones, no presentó documentación ni inició auditorías. Optó por echar al denunciante. Spagnuolo fue sacrificado por atreverse a mostrar cómo funciona el engranaje de coimas que, según él mismo relató, empieza en la hermana del Presidente. Esa reacción no solo confirma el esquema, sino que desnuda la fragilidad moral de un gobierno que llegó prometiendo terminar con la “casta” y hoy la reproduce con voracidad.

 

El libertarismo en el poder nos ofrece lo peor de los dos mundos: ajuste salvaje y corrupción obscena. Se congela la asistencia a discapacitados mientras se inflan contratos para que un puñado de privilegiados se lleve millones. Se recortan subsidios mientras se pagan hoteles de lujo y vuelos privados sin misión oficial. Se exige sacrificio a la sociedad mientras los de arriba saquean el Estado.

 

El caso Libra, los contratos del Banco Nación, los viajes inexplicables, y ahora este escándalo en PAMI, ANDIS e IOSFA. Cada episodio suma una piedra más en el muro de la indignación ciudadana. Ya no alcanza con discursos altisonantes ni con metáforas de motosierra: lo que hace falta es una lluvia de renuncias inmediatas en las más altas esferas del Gobierno nacional. Y, sobre todo, una explicación seria, pública y documentada ante la sociedad.

 

Porque no se trata solo de Milei o de Karina o de los Menem. Se trata de la credibilidad de todo un sistema político que vuelve a mostrarle al pueblo que el ajuste siempre es para abajo y los negocios siempre para arriba. Se trata de la confianza de millones de argentinos que aceptaron un sacrificio brutal con la esperanza de un futuro más limpio y más justo.

 

Hoy esa esperanza se ve traicionada. Y la traición, en política, se paga caro. Si Milei no entiende que la corrupción es un veneno que corroe todo lo que toca, no habrá motosierra ni relato que lo salve. La sociedad exige respuestas. Y si no llegan, la renuncia no será una opción: será una obligación moral.