La industria PyME argentina enfrenta una de las etapas más críticas de las últimas décadas. La recesión se profundiza y la principal preocupación es la falta de demanda: el 68% de las empresas reconoció dificultades por la caída sostenida de las ventas, cifra que supera el 70% en sectores como textiles y prendas de vestir, calzado, muebles y madera, químicos y metalmecánica. Incluso en alimentos y bebidas, más de la mitad de las firmas sufre la contracción.
El impacto directo recae sobre el empleo, que se convirtió en la principal variable de ajuste. Según relevamientos de la Fundación Observatorio PyME, el trabajo registrado lleva nueve trimestres consecutivos en baja, con una contracción promedio del 4,7% interanual. En un 25% de las empresas se redujo el plantel de trabajadores, y en ramas como textiles la cifra trepa al 40%.
A la par, los precios de venta crecen muy por debajo de los costos: mientras las ventas nominales aumentaron 27% interanual, los costos lo hicieron en 33%. Apenas un 35% de las empresas logró subir precios, frente a un 74% que sufrió incrementos de costos, lo que deteriora márgenes y rentabilidad.
La situación también llevó a estrategias defensivas: sustitución de insumos por importados, recorte de producción, reducción de personal y hasta la reconversión o cierre. En textiles y muebles, más del 57% de las firmas debió avanzar en ajustes de costos sin inversión.
El freno de la recuperación observada en 2024 agrava el panorama. Según el CESCO, desde fines de ese año los salarios del sector privado dejaron de crecer y el crédito al consumo comenzó a caer. Al mismo tiempo, el esquema cambiario vigente genera más incertidumbre que alivio: la confianza empresarial retrocedió a niveles similares a la crisis posdevaluación de inicios de 2024.
Con un horizonte electoral cercano y la necesidad de financiamiento externo en aumento, las PyMEs advierten que la falta de reactivación amenaza no sólo puestos de trabajo, sino la propia supervivencia de miles de empresas en todo el país.