Mientras el dólar se dispara y las expectativas del mercado siguen desancladas, el Fondo Monetario Internacional salió al rescate del Gobierno con la aprobación de la primera revisión del programa acordado y un nuevo desembolso inmediato por 2.000 millones de dólares. La decisión del Directorio Ejecutivo del FMI llega justo cuando la presión cambiaria alcanza niveles críticos y la confianza en el rumbo económico se debilita aceleradamente.
El informe técnico del organismo había destacado los “avances” en materia fiscal, monetaria y cambiaria, aun cuando la meta de acumulación de reservas no fue alcanzada. A pesar de eso, el Fondo resolvió dar luz verde al desembolso, respaldando el esquema económico del oficialismo. En el comunicado oficial, se subrayó que “la sólida implementación de políticas ha apoyado una transición fluida hacia un régimen cambiario más flexible, con una inflación en descenso y un crecimiento económico continuo”.
Kristalina Georgieva, directora del organismo, consideró que el programa “ha tenido un comienzo sólido” y apuntó que “la desinflación se ha reanudado, la economía ha continuado su expansión y la pobreza ha seguido disminuyendo”. Además, remarcó que la Argentina volvió a acceder a los mercados internacionales de capital antes de lo previsto, aunque reconoció que los spreads siguen elevados.
En plena corrida silenciosa y con el mercado de futuros totalmente recaliente, el FMI respaldó el rumbo fiscal y defendió el objetivo de déficit cero como pilar central de la estrategia económica. Según Georgieva, el superávit primario proyectado del 1,6% del PBI es clave para sostener la estabilidad, pero advirtió que cualquier nueva iniciativa de gasto deberá tener financiamiento asegurado.
En simultáneo, el FMI insistió en una agenda de reformas más agresiva. Planteó la necesidad de desregular la economía, mejorar el funcionamiento del Estado y abrir aún más el comercio exterior. También apuntó a facilitar la inversión extranjera directa y reducir los impuestos a las exportaciones “según lo permitan las condiciones fiscales”. En materia laboral, pidió medidas para fomentar el empleo formal y la movilidad del trabajo.
La decisión del Fondo aparece como una bocanada de aire en un momento crítico. Este jueves, el dólar minorista tocó los $1.380 en el Banco Nación y el mayorista se ubicó en $1.355, acumulando una suba del 14% solo en julio, en medio de una fuerte demanda de cobertura y una oferta debilitada tras la caída de las liquidaciones del agro. El salto de la divisa se da incluso con tasas en pesos que superan cómodamente la inflación, lo que confirma que la confianza es el factor que hoy falta.
En este escenario, el aval del FMI no solo suma reservas al BCRA, sino que actúa como un respaldo político que el Gobierno necesitaba exhibir. La aprobación del desembolso llegó justo antes del receso del verano boreal, evitando una demora que habría dejado a la Argentina aún más expuesta en plena crisis cambiaria.
A pesar del respaldo, la presión no cede. El mercado sigue testeando los límites del esquema cambiario, y los contratos de futuros ya anticipan una devaluación por encima de la prevista por el BCRA. La tensión se sostiene, la economía se juega su margen de maniobra y el plan económico encara semanas decisivas con el dólar como termómetro excluyente.