Este 21 de marzo llegará a su fin la moratoria previsional que permitía a miles de adultos mayores jubilarse sin haber cumplido con la totalidad de los años de aportes requeridos. La finalización de este régimen impactará directamente en unas 243.000 personas que, en 2025, no podrán acceder a una jubilación, lo que abre un panorama incierto para quienes se encuentren en edad jubilatoria.
Según proyecciones, cinco de cada diez hombres y siete de cada diez mujeres que cumplan la edad mínima para jubilarse (65 años para ellos y 60 para ellas) se verán imposibilitados de obtener un haber jubilatorio. Esto se debe a la falta de aportes acumulados durante su vida laboral y a la eliminación del sistema que les permitía “comprar” años de aportes faltantes.
Las alternativas: más precariedad laboral o una PUAM
Sin la posibilidad de acceder a una jubilación tradicional, muchos adultos mayores deberán enfrentar opciones limitadas. Una de ellas es seguir trabajando bajo relación de dependencia, algo que resulta sumamente complicado para personas mayores de 50 años en un mercado laboral que discrimina a los más grandes.
Otra opción es acceder a la Pensión Universal para el Adulto Mayor (PUAM), un beneficio que otorga el 80% del haber jubilatorio mínimo. Sin embargo, para obtenerlo se deben cumplir requisitos específicos, como no tener otros ingresos ni propiedades significativas, lo que excluye a buena parte de quienes esperan acceder a un sustento en la vejez.
Un cambio con impacto masivo
La eliminación de la moratoria previsional funcionaría, de hecho, como una reforma previsional encubierta. El cambio afectará especialmente a las mujeres, quienes históricamente tienen menos aportes jubilatorios debido a los períodos de trabajo no remunerado dedicados al cuidado de hijos y del hogar. De las 243.000 personas que no podrán jubilarse en 2025, 150.000 son mujeres y 93.000 son hombres.
Este endurecimiento en las condiciones para acceder a una jubilación llega en un contexto económico complejo, con altos niveles de precarización laboral y dificultades para que las personas mayores encuentren empleo formal.
El fin de la moratoria pone en evidencia un problema estructural del sistema previsional argentino, que no logra cubrir a toda la población en edad de retiro y que, sin estas herramientas de compensación, podría agravar la situación de vulnerabilidad de los adultos mayores.
La pregunta que queda abierta es si el gobierno buscará implementar nuevas medidas que suavicen el impacto de esta eliminación o si el cambio marcará un punto de inflexión definitivo en el acceso a la jubilación en el país.